El milagro de ser padre



Para los que militamos en un grupo de ayuda mutua, cada día por sí mismo tiene que ser un milagro, lo demás, son añadiduras, son un regalo que tenemos por el simple hecho de estar en un grupo, el agradecimiento tiene que ser la respuesta de parte nuestra, porque estamos conscientes de nuestra condición por todo lo vivido en el ayer. Hoy puedo expresar este sentir y agradecer que lo que soy se lo debo a los compañeros que me dedicaron su tiempo.
Pudiera ser algo que constantemente repetimos los militantes de nuestro grupo y así es, con esto manifestamos cómo es que cambió nuestra realidad, un día llegamos derrotados y con el tiempo pude tener nuevas metas. Un día le propuse a mi novia que si no le gustaría casarse conmigo, ella me miró y con cierta duda me dijo que si, planeamos y definimos nuestra unión, yo no tenía nada para ofrecerle. Cuando me apadriné, mi padrino habló muy serio conmigo, recuerdo que me dijo: fíjate bien lo que quieres hacer, habemos muchos enfermos que tenemos tan pocos logros que solo pretendemos casarnos  porque nos hagan una fiesta o por soledad, este compromiso es muy serio y es para toda la vida. No la ilusiones, ni le prometas nada que no le puedas dar, háblale bien de quién eres y qué haces en el grupo, que no eres nadie especial ni diferente, que no eres el ejecutivo del grupo, ni la quieras impresionar, la recaída no es exclusiva de nadie, todos estamos a la misma distancia de volvernos a drogar, solo ofrécele lo que tienes, la problemática que padecemos tú y yo es que nos cuesta trabajo escuchar y ser constantes”.
Recuerdo esto entre muchas otras sugerencias. Cuando hablamos de amor primero tenemos que amarnos a nosotros, nadie da lo que no tiene, con esto afirmo que para mí empezó la empresa de ser padre, confieso que no lo he hecho solo, siempre han estado ahí el grupo y mi padrino, ha escuchado lo orgulloso que me sentí cuando empecé a formar mi hogar, lo bien que me sentía con cargar a cada una de mis hijas, las dudas y los temores futuros, me ha escuchado mis angustias por alguna enfermedad, mis disgustos y desacuerdos con mi pareja, la llegada de una nieta. Todo esto empezó con aquella solicitud de matrimonio. Para mí, hablar del milagro de ser padre, radica en que cada día tenemos la oportunidad de comenzar y replantear nuestras limitaciones, es muy cierto, el afecto que se tiene por cada integrante de la familia tiene algo especial para cada uno, pero que tiende a dar lo mejor para todos por igual. ¿Cómo puede ser eso posible? Se habla tanto del amor de la madre que se piensa que opaca el del padre, en realidad no. El padre tiene una función muy especial dentro de la familia. Al padre se le define como jefe de familia, ahora ¿por qué se dice que es la cabeza de la familia? Hay quien pueda estar en desacuerdo con esta afirmación.
La palabra autoridad quiere decir “ayudar a crecer”, de esto se deriva que la principal función del ejercicio de autoridad dentro de la familia es ayudar a los hijos en el proceso de formación. El padre como autoridad es a quien se le deslinda la responsabilidad de hacer patente los valores en cada uno de los integrantes, aquí es donde comúnmente se compara con la madre y pareciera ser que está en segundo lugar; repito, la figura del padre de ninguna manera ocupa un segundo lugar en la crianza de los hijos, los dos ejercen distinta influencia que se complementa en la formación y en el desarrollo de los hijos, el padre utiliza las reglas, que son acuerdos que determinan o limitan el comportamiento en el sistema de la familia, es decir, como les hables a tus hijos ellos responderán a los problemas de la vida. Ningún hijo nace con el chip de ser de tal o cual manera, todo lo va aprendiendo dentro del hogar.
El padre tiene tal influencia en el afecto que cuando se es niño no importa cómo sea, ni de qué trabaje, para el hijo es un coloso capaz de vencer cualquier obstáculo, es el primer juguete vivo que despierta carcajadas porque es un caballito, o el que se esconde detrás de un mueble y aparece de repente, es el que observa todo atentamente y cuestiona con un: ¿Qué haces hijo?  Es el que llega con un regalo sorpresa, el ingeniero que arregla todos los desperfectos de la casa, también es quien cuestiona todas las conductas de los hijos, y las reprende, es el injusto: ¿Por qué no es como el abuelo? Ocupa un lugar muy especial en el afecto de los hijos, pero en la amistad no tiene lugar, no puede ser cómplice de sus hijos. Quien carece de padre piensa que se perdió de una convivencia muy especial y el dolor de esta ausencia es permanente.
Un padre con sano juicio sabe poner prioridades en su vida, en primer plano estará Dios, luego su familia, su trabajo, y al final sus amigos, si volteamos la pirámide y se pone como base a los amigos, en esta confusión solo dará problemas a quien depende de su autoridad y formación. Nosotros los DA sabemos de eso, hemos puesto delante de los caballos a la carreta, iremos en el sentido equivocado, con ello también arrastraremos a la familia. Ser padre es la bendición suprema del amor, a pesar de que en algunas etapas de la vida se dan complicadas negociaciones entre padre e hijos, pero no podemos negar que el padre desee lo mejor para ellos. El milagro de la paternidad es que complementa el amor de quienes integran este núcleo, para nosotros el padre perfecto es Dios, nosotros somos falibles, como dice el Sexto Paso: siempre estaremos dispuestos a mejorar. Tratamos de aprender de ese amor perfecto con simples muestras de servicio y atención a nuestros hijos, esposa, trabajo y comunidad, como  padres tenemos la medida de dar en el ejemplo de Jesús, dar todo sin esperar a que se reconozca o se le devuelva nada, saber ser hijo y saber ser guía, vaya tarea, pero solo por hoy.

Anónimo

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