Sin la familia es más difícil.



Sólo podemos aspirar a dejar dos legados duraderos a nuestros hijos:
uno, raíces; y el otro, alas.

Anónimo.

A últimas fechas he sido testigo de cómo la familia ha entrado en una crisis que parece no tener una solución pronta; las familias han extraviado la idea de quiénes son sus aliados, padres de familia que cuestionan el proceder de quiénes nos ayudan en la formación de nuestros hijos; he visto padres que debaten la autoridad de los maestros delante de los niños, haciendo ver a los docentes como gente sin criterio y que con una profunda falta de habilidad en sus tareas, dando con esto al niño un poder que no sabe cómo usar y que le es innecesario. Le arrebatan autoridad al docente, la cual nadie toma, dejando así un vacío de autoridad que ni siquiera los propios padres ocupan, evitando así que los niños tengan límites, los cuales son tan necesarios para el correcto desarrollo de los pequeños.
Estamos viviendo una especie de “paranoia” en donde queremos proteger a nuestros hijos de la autoridad, los hemos dejado sin consecuencias, les evitamos que tengan los frutos de sus acciones, pensando que así les demostramos amor, generando una visión irresponsable e incompleta de la vida.

Lo mismo sucede cuando un joven entra al proceso de rehabilitación; la familia está viviendo una crisis de confianza en sus aliados, en sus cómplices, en el bienestar de aquellos que aman; la familia que llega a nuestros centros desesperada, buscando una solución a su problema, alivio al dolor de vivir con un familiar enfermo de una adicción (la adicción es una enfermedad crónica por lo tanto no tiene cura), la familia poco comprende la naturaleza de este padecimiento, por lo tanto, poco puede hacer si no hace el mínimo esfuerzo por comprender esta enfermedad. En la gran mayoría de los casos, el enfermo adicto es el síntoma más evidente de que la familia está enferma, esto es muy difícil de comprender para la familia, ya que piensa que el problema es sólo del enfermo. En muchos casos, cuando el proceso inicial de rehabilitación concluye, la familia comienza a pensar en el futuro del enfermo, haciendo a un lado su presente, por ello cuando el enfermo regresa a casa encuentra el mismo ambiente tóxico que dejó cuando inició su rehabilitación.Se vuelve necesario, entonces, que la familia inicie también un proceso de sanación, ya que la familia es responsable, no culpable de esta enfermedad. La familia necesita conocer el proceso del ejercicio del perdón, sin este proceso queda sujeta a las mismas actitudes y a las mismas ideas que generaron el problema de inicio. La falta de entendimiento del padecimiento, lleva a la familia a ser un obstáculo para la rehabilitación del joven adicto.
Así encontramos familias que insisten en tratar a un hombre adulto como si fuera un infante, impidiéndole vivir las consecuencias de sus decisiones, pensando que de esta manera ayudará a que el joven no vuelva a consumir (el consumo es sólo el síntoma de una enfermedad mucho más profunda), pensando en muchas ocasiones que esta forma de actuar ayudará, sin darse cuenta de que perpetúan los mismos vicios y errores que los pusieron en la situación que hoy viven. Vemos familias que han perdido la confianza en aquellos que les pueden ayudar, dando instrucciones desde la ignorancia, a quienes son expertos en estos procesos, exigiendo que su enfermo sea tratado del mismo modo en que era tratado en casa. Esta incongruencia de pedir ayuda y decir cómo me tienes que ayudar, es un hábito común en las familias de un enfermo.
Muchas veces, sin darnos cuenta, seguimos patrones de conducta poco acertados, vemos familias que han puesto al joven en una burbuja y lo abandonaron en ella. Otras en que el maltrato fue la pauta de educación; algunas más han usado la sobreprotección, lo cual ha dejado indefenso e inútil al joven, en otros casos la falta de principios claros confundió a este muchacho, hogares en donde los esposos no supieron ser “socios” y se aliaron con los hijos, buscando su voto para tener la razón en las dificultades. Sin vislumbrar que este joven iba repetir los mismos patrones cuando tuviera su propia familia. Por supuesto no pretendo victimizar al enfermo, Ya que al llegar a ser adultos, tenemos la capacidad de decidir lo que queremos ser y hacer. Pero no podemos dejar de lado que la educación y el ambiente familiar son un caldo de cultivo para grandes virtudes o vicios arraigados.

Hemos invertido suficiente en el fracaso de nuestros hijos, este es un buen momento para empezar a invertir en su éxito y nuestra felicidad. En palabras de Walt Disney:       “Pregúntate sí lo que estás haciendo hoy, te cerca al lugar en el que quieres estar mañana”.
Por esas y muchas más razones sin la familia siempre será más difícil.

Con cariño, Israel Cervantes.
Qué Dios bendiga tu trabajo y tu familia.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares