El sano juicio.



“Cordura quiere decir sano juicio. Sin embargo, si un drogadicto sobrio, analiza juiciosamente su conducta destructiva, ya sea que haya destrozado los muebles de su casa o sus fibras morales, tendrá que reconocer que no obró con sano juicio.” (2.o Paso)

Seguramente algunos de nosotros no destruimos los muebles de la casa, habrá quienes sí lo hicieron, pero en otros casos no destruimos sino que vendimos todo cuanto fuera vendible, sin importar el valor sentimental o económico de cada una de esos artículos; en otros casos no nos importó que lo que robamos de nuestras propias casas fueran cosas que nosotros mismos u otros le compraron a nuestros hijos, a nuestras esposas, a nuestros hermanos y a nuestros padres. Decir que no destrozamos las fibras morales de las personas que nos aman sería un acto de mal juicio, porque es claro y más que evidente que la mayoría de la gente que convivió con nosotros no salió bien librada; ya que si no les robamos sí les mentimos, en algunos casos los defraudamos, en otros los abandonamos y en muchos fuimos irresponsables, tacaños, malhumorados y siempre exigimos más de lo que nos correspondía; provocando que algunas veces, saliera a relucir lo peor de ellos.



          Una persona que pierde el buen juicio o enferma, no puede actuar correctamente porque perdió la capacidad para distinguir el bien del mal, entonces, como no tiene esa capacidad sus decisiones serán de acuerdo a sus deseos, a sus ganas y a la idea equivocada de que él está bien y quienes están mal son los demás. Podemos decir también que, esa persona no sólo perdió el buen juicio, sino que está fugada de su realidad, es decir, no se da cuenta de sus errores aunque todo mundo los observe; esto no es difícil de comprender, simplemente recordemos nuestro historial, esas tantas veces que nuestros padres nos pedían que no nos juntáramos con esa gente que se la pasaba en la calle sin oficio ni beneficio, nuestra actitud era de molestia y decíamos que esos eran nuestros amigos y que eran buenas personas; a pesar de que sabíamos que esos, dizque amigos, se drogaban al igual que nosotros.



          La pérdida del juicio o del juicio enfermo es que se pierde la capacidad de distinguir el bien del mal y lo falso de lo verdadero, aunque esto le resulte difícil de creer a nuestros familiares y amigos, es una verdad innegable para nosotros los enfermos. La pérdida del buen juicio no es más que un pensar y un actuar enfermo, enfermo de egoísmo, enfermo de querer tener la razón, enfermo de interpretar las palabras y sucesos de acuerdo a nuestras exigencias, vaya perversa enfermedad del alma.

Como esa vez, esa en la que le robé a mi madre un poco de dinero para drogarme, finalmente se dio cuenta que le faltaba dinero, entonces, cuando regresé me preguntó y me rogó llorando que por el amor de Dios le regresará el dinero porque lo iba a ocupar para hacer sus pagos; como es de suponerse, yo negué todo, y además le dije que no era justo que por todo lo que se perdía en la casa me culpara a mí, me dijo, es que tú eras el único que estaba en ese momento, pero, negué todo y hasta la hice sentirse culpable, ya que le dije que por esa razón yo me drogaba, porque nadie confiaba en mí; después de que casi me pide disculpas por dudar de mí, me salí de la casa creyendo que no era justo la forma en como me trataban, me salí indignado, sabiendo que realmente yo había tomado el dinero que con tanto esfuerzo ella lo había ganado. Si, esa es la enfermedad y eso es no tener sano juicio o mejor dicho, tener un juicio enfermo.





¿Qué es el sano juicio? En el lenguaje del diario vivir de un grupo, sano juicio es hablar de una manera correcta y actuar apegado a los principios espirituales –Los Doce Pasos–; la palabra como tal, es usada para un sinfín de circunstancias, que si cometió algún error decimos que le faltó sano juicio; que si no se expresó de una manera asertiva le falló el sano juicio, que se dejó llevar por una emoción no actuó con sano juicio, que si le echó comprensión a alguien entonces actuó con sano juicio. Entonces, la palabra sano juicio, la utilizamos para evidenciar si el actuar y el pensar de alguien ha sido de una manera correcta o incorrecta desde el punto de vista de la malicia y la bondad –lo que es bueno y malo-. 



Ahora bien, para dejar más en claro lo que es sano juicio citaremos el diccionario de la RAE respecto al significado de las palabras, sano y juicio. Sano: Libre de error o vicio, recto, saludable moral o psicológicamente. Juicio: Facultad del alma, por la que el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso. Estar sano es no padecer alguna enfermedad que afecte el rendimiento del cuerpo, pero aquí el asunto no es el cuerpo sino el alma, es decir, esa capacidad para distinguir el bien del mal y lo falso de lo verdadero; es, pues, de suponer que si el juicio está enfermo se pierde toda capacidad para distinguir entre una cosa y otra.



El sano juicio es obrar según la inteligencia y la voluntad y no sobre deseos y sentimientos, porque la mayoría sabemos que no podemos fiarnos de las emociones, porque muchas veces son engañosas. El sano juicio, entonces, es obrar según la verdad de los Doce Pasos. En otras palabras, actuar con sano juicio es darle supremacía a la razón, es decir, actuar conforme a los principios de verdad y justicia.

El sano juicio es enfrentarme a la realidad de mi vida tal cual es, y no como quiero que sea y mucho menos con fantasías infantiles. Enfrentarme a mi realidad es aprender a vivir sin justificaciones, sí, casi toda mi vida hice un arte el inventar excusas; que si no me quieren, por eso me drogo; que si soy pobre, por eso me drogo; que si mis padres se divorciaron, por eso me drogo; que si nací en Oaxaca, por eso me drogo; que si tengo o no tengo, que si soy guapo o feo, que si soy gordo o delgado, en fin, puros pretextos para no enfrentar la realidad de mi vida con sus circunstancias adversas y prósperas. El que tiene su juicio sano, en lugar de justificarse y culpar a los demás de sus desdichas y fracasos, asume las consecuencias de sus actos de una manera responsable.



Ni qué decir de esa actitud cobarde de culpar a los demás de mis desdichas y fracasos. Jamás comprendí que mientras estuviera culpando a los demás no iba a crecer y por siempre sería un ser infantil e inmaduro, falto de capacidad para enfrentar los retos de la vida. Esta forma de actuar provocó que me convirtiera en un ser débil, inseguro y con hartos miedos, finalmente la dependencia a las drogas fue un escape a esa realidad que no quise enfrentar.



Ahora bien, me he atrevido a tomar unos reglones de una carta que el Dr. Silkworth dirige a la comunidad de AA, porque la forma en como expone lo que es la pérdida del sano juicio se me hace adecuada, es claro que he sustituido la palabra alcohol por droga. “Los hombres y las mujeres se [drogan], esencialmente, porque les gusta el efecto que produce [las drogas]. La sensación es tan evasiva que, aunque admiten lo dañino, no pueden después de algún tiempo discernir la diferencia entre lo falso y lo verdadero. Les parece que su vida [drogadicta] es la única normal.”

 

Si revisamos nuestros historiales nuevamente, encontraremos cuántas veces las personas  me decían que cambiara mi vida porque la estaba viviendo de una manera equivocada, mi argumento casi siempre fue el mismo, no se metan en mi vida, yo no les pido para mis drogas, además, no le hago daño a nadie; no me daba cuenta que mi forma de vivir afectaba y lastimaba a aquellas personas que yo decía más querer, cuando me desafiaron a admitir mi impotencia antes las drogas, argumenté que yo las dejaba cuando yo quisiera, y de verdad lo creía así, aunque las evidencias decían todo lo contrario. 



 Ahora bien, es y fue en la sala de juntas donde empecé a recuperar un poco eso que se llama sano juicio, allí me di cuenta de mi error; siempre quise tener la razón en todo, critiqué en lugar de hacer, pedí y no di nada a cambio, censuré los pecados de los demás sin darme cuenta que lo que criticaba yo lo padecía, jamás le dije a Dios hágase tu voluntad, por el contrario, siempre le dije lo que tenía que hacer.

Ahora entiendo perfectamente que es obrar con sano juicio, simplemente es hacer lo que me corresponde hacer y dejar de hacer el papel de Dios. Sano juicio es enfrentarme a las responsabilidades de la vida sin culpar ni justificarme de nada ni de nadie. Sano juicio es comprender con el alma y la mente cuál es mi necesidad como enfermo y aferrarme con todo a la práctica del programa que aquí se me ofrece para encontrar una vida útil y feliz. El buen juicio o cordura es saber que necesito hablar con honestidad en la tribuna y con mi padrino de las cosas que hago mal y de mis pensamientos distorsionados. Sano juicio es olvidarme de mi –exigencias de protección, atención y cariño- y buscar el bienestar de los demás.



Sano juicio es comprender que Dios siempre ha estado ahí, que no fue Él quien se alejó de mí, sino que mis actos de mal juicio me fueron alejando de su amor. Sano juicio es comprender que necesito de su ayuda, pero que esa ayuda, Él me la dará mediante sus conductos, los compañeros, o si se prefiere el grupo. Sano juicio es dejar de querer tener la razón en todo, aprender el arte difícil de dejarse guiar por otro, en pocas palabras, sano juicio es comprender que necesito del ingrediente básico para dejarme de drogar y lograr una sobriedad duradera, la humildad.



Sinceramente: Artemio Manzano

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