El reincidente y el Segundo Paso

¿Cómo podré lograr llegar al convencimiento de que solo un Poder Superior a mí podrá devolverme el sano juicio? Esta me parece una acertada pregunta que cita este principio del Programa.
Sí, gracias a mi autosuficiencia volví a caer. Volví a hundirme en la miseria de las drogas, no solo me volví a drogar, sino que lo hice de una forma más cruel y despiadada.
Con todo esto, que me parecen pruebas fehacientes ¿Por qué en mi mente sigue circulando la idea de que yo solo puedo? Que en el momento que yo quiera voy a dejarme de drogar, incluso, que con mi propia voluntad podré lograrlo. La obsesión mental ya me despojó de las facultades de la voluntad y me ha convertido en un títere que maneja a su antojo. Un guiñapo que ya no puede decirle que no y se sigue drogando. ¿Por qué mi mente sigue siendo mi peor enemigo? ¿Por qué la obsesión sigue habitando ahí y sigue dominándome? Veamos.
Esta actitud desafiante de creer que yo solo puedo, no me ha servido de nada y solo ha empeorado mi situación, pues además de que no he logrado liberarme de tan cruel esclavitud, también el sufrimiento se ha vuelto más agudo. Los reclamos de conciencia no cesan y esta absurda búsqueda de a quién echarle la culpa ya me cansó.
¿Cómo poder confiar en que algo o alguien podrán ayudarme? Si ya no confió ni en mí. La  confianza en mí mismo de nada me ha servido. Yo mismo ya no pude hacer algo por mí. ¿Entonces cómo podré creer en que alguien más podrá hacerlo? 
Así es como regresé al grupo, fracasado, muy dolido y frustrado, pues no fui capaz de cumplirme lo que me prometí. Otra vez me fallé. Regresé con muchas dudas, con miedo, con prejuicios y muy confundido. Honestamente sí quería la ayuda. Sabía que la necesitaba. Ya había tocado fondo. Pero no sabía si lo lograría… ya no creía en mí.
Es cuestión de fe ─me dijo un amigo y compañero─, solo es cuestión de que reconozcas que hay un Poder Superior a ti, que tengas fe en Él, y Él te va a ayudar. Él hará el milagro, no tu ego.
No has podido dejarte de drogar porque perdiste la fe y no la puedes recuperar, dejaste de creer en la existencia de un Poder Superior; fuiste autosuficiente, egocéntrico y desafiante. Cuando lo que tenías que hacer era más sencillo, solo tenías que ser honesto y dejarte guiar.
Tienes que dejar de anteponer argumentos a cada sugerencia que se te da, solo déjate guiar  ¡No cuestiones! Abre tu mente, es lo único que necesitas, tener una mente libre de prejuicios y dejar de caer en discusiones inútiles que no te llevan a ningún lado. Sube a la tribuna y habla tu historial. No tengas miedo. Olvídate de esos pensamientos absurdos que no te han ayudado, ni te ayudarán en nada. Deja de preocuparte en lo que los demás puedan decir de ti o cómo te vayan a ver, eso solo entorpece tu proceso de recuperación. Vuelve a creer en tu tribuna, en el servicio y tu apadrinamiento. Confía en el trabajo con otro ser humano, vuelve a creer en el amor de Dios.
Recuerda: La fe es confianza, no desafío. Creo que esto me sirvió para entender algunas frases que ya había escuchado, pero que no les di importancia por mi estúpida actitud y lo cerrado de mi mente. Frases como: “Date la oportunidad”; “Perdónate, Dios ya te perdonó solo falta que tú te perdones”; y una que se convirtió en una decisión para mí “Bienvenido de regreso a casa, ya estuvo, la guerra ya terminó”.
Pese a esto, ¿Cómo puedo recuperar la fe? Como si el recuperar algo que tuviste y perdiste fuera muy sencillo, sin siquiera esforzarte un poco. 
Tengo que entender que esto no es algo que se da de la noche a la mañana, como le gusta al drogo, todo fácil. Tengo que esforzarme, tengo que ser constante en todas las acciones que con mi proceso de recuperación tienen que ver, pero hay una en especial que a mí me ha servido: el apadrinamiento. 
Desde mi punto de vista es una de las acciones más importantes para que alguien que perdió la fe la pueda recuperar. Para apadrinarte primero necesitas humildad para pedir ser escuchado. Así se entabla una comunicación. Algo a lo que ya no estaba habituado, en esta comunicación se tiene que ser honesto para que sea eficaz. Después hay que quedarse callado para aprender a escuchar, y lo que el padrino sugiere se tiene que traducir en: obediencia. No hay más… hay que dejarse guiar.
Porque estoy seguro que solo es honesto aquel que cree, que gracias a hablar su historial ya tocó fondo y por eso cree. Por eso la consecuencia de ser honesto es la obediencia, nadie obedece en la mentira. Se obedece cuando se dice la verdad. A través de la verdad el ahijado deposita toda su confianza en su padrino y se deja guiar, el resultado de dejarse guiar siempre será benéfico y esto lo hará regresar a su apadrinamiento, para hacerlo un hábito.
Este es uno de los medios por los que se puede recuperar la fe y más en el reincidente. La honestidad y la obediencia la alimentan y fortalecen. “Tengo que hacer que creo, para terminar creyendo”. Y si lo creo, solo por hoy seré honesto y me dejaré guiar, para lograr convencerme y aceptar, que solo un poder superior a mi podrá devolverme el sano juicio.

Muchas gracias, con afecto AlRu.

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