El drogadicto y el desafío…


Mis queridos amigos, hoy quiero agradecer a  Gaceta El Mensaje, por darme la oportunidad de escribir para este nuevo número, es un gusto escribir aunque sea un poco de cómo hemos pasado por aquello que tú mi querido nuevo, apenas estás empezando a vivir en esta maravillosa etapa de tus primeros tres meses.

Esto de escribir debe ser para nosotros algo no tan desconocido, ya que con la práctica del Cuarto Paso, nos hemos habituado a inventariarnos de manera regular, aunque tengo que admitir que no siempre fue así, cuando menos para mí no lo fue.

Hace unos meses tuve la oportunidad de ir a un servicio con mi padrino, casualmente íbamos solo él y yo, cosa que no es tan común en nuestros viajes de servicio, en fin, el viaje como siempre fue de lo más grato. ¿Quién no disfruta viajar al lado de su padrino? Las anécdotas, las canciones, y las pláticas hacen que te des cuenta de que tu padrino también ¡es de carne y hueso!

En un momento de nuestro viaje, mi esplendido acompañante me pidió escuchar unas memorias que estaba escribiendo y yo accedí, lo que me leyó me dejó maravillado por la forma narrativa en que lo desglosaba (mi padrino le halla), creo que me viajé de tal manera que fue inevitable recordar esa parte de mi vida que me llevó a DA.

La etapa más difícil de mi juventud y de mi actividad fue cuando estaba en la secundaria; tendría alrededor de los 13 años, mi forma de ser era muy voluble, sin saber por qué había días en los que estaba bien y otros en los que estaba muy mal, obviamente que los problemas en la casa no se hacían esperar y comencé esta batalla que parecía interminable con mi familia por no entender que yo tenía un problema.

Escuchar la palabra desafío, tratar de entenderla y buscar en qué parte de mi vida esta actitud empezó a apoderarse de mí es un tanto difícil, porque creemos que el desafío es un reto a demostrar que no somos cobardes, como aquella ocasión en la que me retaron a romper la ventana de un salón de la preparatoria con los alumnos adentro y yo sabiendo todas las posibilidades de que saldría mal, me atreví, lancé la piedra, el vidrio se rompió y como todo novato me quedé ahí parado, admirando mi peripecia, por su puesto me agarraron y me llevaron con mi familia para que pagara el daño ocasionado. Bueno a eso no me refiero, yo me refiero al desafío a la vida. En el Segundo Paso leemos que es precisamente el desafío una actitud preponderante de nosotros los enfermos drogadictos, y ¿Qué es lo que nos quiere decir?  

Desde mi punto de vista, la actitud de desafío que manifestamos nosotros los enfermos, no resulta ser más que una actitud por llamar la atención de los demás, es decir, cuando llegamos a esta sugerencia que hace el Segundo Paso de convencernos de que solo un Poder Superior puede devolvernos la capacidad de diferenciar lo malo de lo bueno y lo falso de lo verdadero, a nosotros se nos está pidiendo de más, porque ¿Qué enfermo no se ha justificado y ha hecho responsable de sus desgracias a Dios o a los demás? Todos hemos dudado de la existencia de Dios, hemos dudado que se hagan ciertas todas las predicciones que desde pequeños hemos escuchado de nuestros padres cuando tomamos la actitud rebelde de decir “yo no les pedí nacer, a mí no me digan nada, cuando yo quiera me dejo de drogar”, en fin, buscamos llamar la atención.

Después de desafiar a nuestros padres buscamos desafiar a algo más grande: Dios, y esto es porque nunca hizo lo que le pedimos, no nos dio la familia que queríamos, no cumplió con nuestras exigencias irracionales, en lugar de esto, nos castigó y es por eso que buscamos el refugio en la droga porque el solo hecho de alucinar que nosotros no necesitamos de Dios, la sensación de libertad que produce el efecto de la droga, el valor momentáneo que nos da la droga, nos hace prescindir de todo lo que tenga que ver con una autoridad espiritual. Criticamos a nuestras madres por estar todas las noches orando y pidiéndole a Dios que no nos pase nada, criticamos a los líderes religiosos por sus acciones, a los políticos, a los maestros y al sistema educativo; con eso de que el drogo es todólogo y sabe de varios temas. Es como cuando escuchamos que por todo y por nada nos hemos drogado, tiene el mismo significado; por todo y por nada nos inconformamos.

Si hay algo que nuestros compañeros o nuestro padrino nos dicen con una verdad dolorosa es que nunca le hemos pedido a Dios que se haga su voluntad, somos tan egoístas que solo buscamos que se cumplan nuestros deseos, dejando de lado poner nuestros problemas en manos de Dios y que sea Él quien los solucione. A todo esto nos dicen que no conocemos la fe, la fe que obra de manera positiva, la fe que nos da la esperanza de que nuestros problemas, cuando menos el problema de drogadicción, tienen solución.

Creo que este Segundo Paso nos lleva precisamente a un desafío, nos reta a tener convicción, nos provoca a confiar en un Poder Superior o si se quiere Dios. Al término del Primer Paso de nuestra literatura nos desafía a estar dispuestos a hacer lo que sea con tal de librarnos de nuestra obsesión por drogarnos, porque hemos vivido en carne propia el infierno de las drogas. Al llegar al Segundo Paso, nos vuelve a desafiar, tal parece que nuestra vida en el programa de rehabilitación va a estar llena de retos, pero estos nos hacen crecer como seres humanos y no aquellos que en la actividad los hacíamos solo para manifestar nuestra rebeldía, en fin, el Segundo Paso ahora nos desafía a pagar lo que fuera con tal de conseguir humildad.

Alguna ocasión leí en un periódico un cuento que habla de los desafíos, me gustaría compartirlo con ustedes, no sé el nombre del autor, pero más o menos va así.  

Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas. Así que para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar adentro. Mientras más lejos iban los pescadores, más era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado. Si el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco.

Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores. Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco y no les gustaba el congelado; por lo tanto, tenían que venderlo más barato. Las compañías instalaron entonces en los barcos tanques para los peces. Podían así pescar los peces, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa. Pero después de un tiempo los peces dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, aunque vivos. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco...

Y ¿Cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? ¿Cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco? Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿Qué les recomendarías? (Mientras piensas en la solución, lee lo que sigue):

Tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar una pareja maravillosa, o lo que sea, empieza a perder la pasión. Ya no necesitará esforzarse tanto. Así que solo se relaja. Experimentan el mismo problema que las personas que se ganan la lotería, o el de quienes heredan mucho dinero y nunca maduran, o de quienes se quedan en casa y se hacen adictos a los medicamentos para la depresión o la ansiedad.

Como el problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla y se resume en esta frase: “Las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente”.

Para mantener el sabor fresco de los peces, las compañías pesqueras ponen a los peces dentro de los tanques en los botes, pero ahora ponen también ¡un tiburón pequeño! Claro que el tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos. ¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, para mantenerse vivos.

Cuando alcances tus metas proponte otras mayores. Nunca debes crear el éxito para luego acostarte en él. Así que, invita un “tiburón a tu tanque”, y descubre qué tan lejos realmente puedes llegar.

Unos cuantos “tiburones” te harán conocer tu potencial, que no te asusten sus “dientes ni sus trampas...” Tú sigue alerta pero ¡siempre fresco! Siempre habrá tiburones a donde vayas...

Estamos todos en el mismo sitio, donde siempre tendremos dificultades y ellas serán bienvenidas si las sabemos mirar como las oportunidades para encontrar nuevos caminos, para escuchar otras opiniones, para aprender nuevas maneras de ver la vida, para fortalecer nuestro espíritu y sacar lo mejor de nosotros mismos. ¡Frescos!    

Daniel Garibaldy. 

Comentarios

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