La Oración en el Matrimonio
El
matrimonio es el acto moral más importante en la vida de un adulto, de hecho
para efectuar este rito en cualquier culto se congrega a la comunidad para que
los que asistan sean testigos de esa alianza, la adquieren de manera libre y
voluntaria, ¡claro¡ exceptuando lo que se conoce como usos y costumbres de las
comunidades indígenas. Los primeros momentos del matrimonio son un tanto
especiales ya que se deja de conocer al novio (a), para tratar con el cónyuge
(que los une un mismo, yugo). Tienen que adaptarse el uno al otro, la
culturización de una nueva comunidad inicia con los procesos, acuerdos y
desacuerdos.
Todos
los que estamos casados un día idealizamos nuestro matrimonio, pensamos que iba
a ser una luna de miel permanente, y así es hasta que un día llega el primer
desacuerdo y, ¿cómo solucionarlo? El silencio es un muy mal consejero, así como
los gritos y las discusiones. No tenemos o no sabemos a quién recurrir, la
opción que vemos es refugiarnos con la familia o los amigos. Ahí nos damos
cuenta que somos producto de un matrimonio y tratamos de sortear los problemas
con la educación que se nos proporcionó, que puede no alcanzarnos para
enfrentar las situaciones que se nos presentan, repetiremos la historia de
nuestros padres, nos vemos diciendo “si yo hubiera hecho esto o lo otro, si los
hubiera corregido de tal manera”, hacemos un análisis de nuestra historia con
un juicio ligero, y es que si algo ha protagonizado nuestra vida es la
superficialidad, siempre esperamos que los demás nos den la solución de los
problemas, es muy palpable este juicio cuando queremos que nuestros hijos no
tengan las carencias que nosotros tuvimos, o que sean exitosos para sentirnos
satisfechos de que fuimos buenos padres.
Un
día platicando con mi padrino le comentaba situaciones que vivía con mi hija
adolescente, le contaba que ella de cierta manera parecía que quería ir en
contra de todo lo que yo le había inculcado, el ejemplo que le di, según yo fue
el mejor, lleno de servicio y de amor al prójimo. Mi padrino se rio y me dijo:
me sorprende cómo tu hija no se da cuenta de lo bueno que eres, un día métela a
una junta y pásales a todos tus ahijados para ver si así te valora, no padrino
cómo crees… le dije; continuó, tu hija está en una etapa de su vida un tanto
difícil y la que necesita atención y comprensión es ella, por el contrario tu
intolerancia no te deja ver eso. Padrino yo he querido platicar con ella pero
no se presta. Me dijo: ¿cómo lo haces? O ¿a qué hora llegas a tu casa? Mi respuesta
fue, cuando llego a casa están haciendo tarea o ya están dormidas. Tú no sabes
discernir qué es lo primordial en las necesidades de tu matrimonio y sabes ¿Por
qué? tú no tienes a Dios en tu matrimonio, sigues siendo una persona
superficial que vive solo de las apariencias y solo porque tienes tiempo y
hablas bonito en la tribuna crees que ya la hiciste, qué engañado estás. Tienes
una estima tan baja hacia ti que esperas que los demás te lo compensen, obvio
que cuando alguien de tu familia te lo pide no sabes corresponder, es una
actitud egoísta que está muy presente en ti. Siguió: conoces qué le gusta, con
quién se junta, si le atrae un chico, si tiene miedos o dudas. NO, fue mi
respuesta. ¿Qué te platica tu mujer de ella?, son puras quejas de mi mujer, siempre
está peleando con ellas, y siempre me reclama que no estoy.
Ahí
está la raíz del conflicto que padece no solo tu hija sino tu familia,
permíteme contarte un cuento: “El profesor de ética les puso a sus alumnos la
tabla del 5 en el pizarrón, todos se rieron de él ya que uno de los resultados
en la tabla estaba mal (5 X 5 = 45), dio su clase y al final un alumno le hizo
ver el error. El profesor le dijo: así es, lo puse adrede ¿quieren saber por
qué? La tabla tiene 9 resultados correctos y solo uno está mal, en la vida le
prestamos mucha atención solo a lo que, según a nuestro juicio, está mal,
hacemos notar el error solo para quedar bien con los demás”. Te has preguntado
si tu esposa quiere solamente complacerte, porque es la única forma de tomar tu
atención, o le puede doler que la niña ya creció y su autoridad se ve menguada.
Guardé silencio y pregunté ¿qué hago? No sé, fue la respuesta, lo que si te
puedo sugerir es que se conozcan más, tú y tu mujer. Pero si tengo 19 años de
casado. Se rio, muchos se dicen mexicanos y no se saben el himno. Y no es un
pecado esto, estamos tan acostumbrados a vivir de manera muy para nosotros que
cuando estamos en la casa solo pensamos de manera individual, en cómo descansar
o no hacer nada o si hacemos algo simplemente lo hacemos por cumplir, para no
sentirnos tan mal. Cuando nos piden que dejemos la tele, el teléfono o la
tableta pues nos enojamos y aquí es cuando se presenta el problema, pues
sentimos que se nos roba la tranquilidad o más bien la pasividad y entonces
reaccionamos con el estómago (es decir con las emociones) no con el programa.
Tu
literatura cuestiona tus decisiones ya que éstas afectan tus relaciones (8° y
9° paso), y nadie te condena porque la confianza que te da el programa es para
que aceptes lo que está mal y lo corrijas; déjame decirte que comúnmente lo que
descubrimos en este ejercicio es lo malo de nuestras decisiones, y que hay
consecuencias, que muchas veces no sabemos cómo enfrentarlas, por eso tus Doce
Pasos te sugieren que después de revisar las relaciones y cómo las has llevado,
tienes la encomienda de ir en búsqueda de Dios (10° y 11° paso). El problema de
nosotros es la autosuficiencia, todo lo queremos hacer solos y a nuestra
manera. Nuestra confusión tiene su origen en nuestro desorden como enfermos,
comúnmente no nos esforzamos si no tenemos alguna necesidad. Dices, para que me
apadrino, si ya se lo que me va a decir, mañana, luego, es tan repetitivo este
tipo de pensamiento, que nos va aislando, por eso siempre terminamos solos con
nuestras culpas y resentimientos. Hay quien a través de tantos frentazos pone
parte de su vida en manos de Dios pero hay quien siente que no lo necesita, y
vive con amargura en su corazón.
La
oración, lo dice la literatura, es el principal medio que tenemos para dialogar
con Dios, conscientemente le pedimos por nuestras necesidades, pero si pensamos
que nuestras necesidades son más económicas, o de posesiones que tienen la
pretensión de la vanidad, un carro, ropa, celular, televisión y tantas y tantas
cosas, entonces Dios no tiene cabida en ese hogar, solo lo tendrán en una
imagen colgada en un cuadro, como un artículo sin ninguna utilidad.
Cuando
asevero que el matrimonio es el acto moral más importante en la vida de la
persona es porque en la unión ofrezco lo mejor que soy, no solo a quien me uní
en matrimonio también asumo un compromiso con la comunidad de respeto y de
orden, pero parece que hemos ido distorsionando y lo hemos reducido a que
cuando no se esté de acuerdo con el otro se dirá: a cada quien lo suyo, un
simplemente “si no estás de acuerdo déjense, para qué sufren”, o si él o ella
anda de… tú porque no, págale igual o hemos reducido nuestro culto a las ganas.
Hay un dicho que dice “La religión es para los que no quieren ir al infierno.
La espiritualidad es para los que ya estuvimos ahí”. Error, nuestra fe tiene su
origen en nuestro hogar, si nosotros privamos a nuestra familia de mostrarle a
Dios. No te preocupes, ellos encontrarán a quién adorar y puede ser que no te
guste lo que encuentren. Recuerda no hay hogar sin conflictos, ni exigencias,
esos nunca van a faltar. Pero de lo que sí no te puedes deslindar es del
ejemplo que les des, ahí no tienes vuelta.
La
oración en el matrimonio no es hablar de romanticismo, orar permite un diálogo
en común, él “yo” no tiene cabida, porque en la oración Dios se hace presente,
otorga discernimiento tan deseado para la comunicación, ya sea con tu esposa e
hijos, rompe con la individualidad y te da pertenencia. ¿Por qué nos cuesta
tanto trabajo hacer oración en familia? Hay un sinfín de causas, pero la más
común es la cerrazón de nuestro egoísmo, los que militamos en un grupo se nos
ha inculcado ir siempre en contra de nuestros deseos y pensamientos mezquinos y
poner en manos de Dios nuestros proyectos, en la oración podemos como
matrimonio ir encontrando las respuestas que nos lleven a vivir en armonía
(estar sintonizados en el mismo diálogo), la oración es muy rica si antes de
tomar una decisión platicaras con tu pareja ya sea para dar un permiso, para
adquirir una deuda, para resolver un conflicto y de todo lo que atañe la vida
común de un hogar. Esto es estar en la misma línea. Es muy cierto que cuando
hay un problema en el hogar no hay acuerdos y alguno de los dos querrá imponer
su punto de vista contra del otro, la oración rompe con esa diferencia, pero si
persiste no te preocupes ¿no es cierto que tenemos un padrino que nos puede
ayudar? Tal vez no con el conflicto, pero sí con nuestras emociones que nos
alejan o nos hacen darle la espalda al diálogo. Dios no va a bajar y decirte lo
que tienes que hacer ni te ve a dar respuestas de casualidad, quítate esa idea,
nuestra literatura nos dice que la fe sin obras es letra muerta, claramente lo
he señalado: que la oración en el matrimonio necesita de un compromiso de dos y
no de uno solo, que en muchos casos ese compromiso se lo dejamos a Dios, y
vivimos al azar o de una manera superficial, solo por las apariencias.
¿Cómo
podemos empezar a orar? De la manera más sencilla. Pregúntale a tu pareja, a tu
hijo cómo se siente; abrázalo, invítalo a estar junto a ti por un momento y
cuando este cerca de ti susúrrale una oración, invítalo a que la haga contigo y
cuando terminen di: Señor, hágase tu voluntad y no la mía. Puede sonar ridículo
pero, que acaso Jesús no hizo eso con los suyos, cuando oramos invitamos a que
Jesús ocupe un lugar en nuestra familia y entonces podemos decirnos Cristianos.
VHLC
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