Mi vida está definida ahora.



Mi vida está definida ahora, a partir que llego al Grupo Familiares Drogadictos Anónimos, esto lo digo porque antes de llegar a él, llevaba una vida inconsciente, indolente e ingobernable, que no fui capaz de aceptar y mucho menos, de enfrentar.

Mi forma de ser, de pensar y de actuar eran bastante equivocadas, irreales, pues vivía en un mundo de fantasía, dónde lo más importante para mí era el mostrar al mundo que yo era una persona que lo podía todo, que lo podía tener todo bajo control, que en mi vida no había problemas y que tenía una familia perfecta.

Sin embargo, en mi interior sentía, desde muy pequeña, que yo estaba mal, pues me sentía sola, incapaz de sentir que pertenecía a algún lugar, con muchas dificultades para relacionarme con los demás. Crecí con una autoestima muy baja, pues fui tratada como una niña tonta y estúpida, a la que todo le salía mal. Pensaba que mi ego lastimado me daba el impulso que necesitaba y que me permitiría resolver los problemas de la mejor manera. El ambiente en el que crecí no era el ideal para mí, pues prevalecía la violencia física y emocional, el alcohol, la sumisión; lo que me frustraba por no tener la familia que yo hubiera querido. También me enseñaron que lo más importante para mí, era el conocimiento, la preparación académica, estudiar una profesión, la cual, en este caso, muy científica, dónde todo era comprobado, donde no podía creer algo que no pudiera demostrarse.

Conocí a un Dios castigador y le tenía miedo, trataba de hacer lo correcto según yo, para que él no me castigara, nunca supe que podía acercarme y confiar en él. En situaciones de desesperación me acercaba a él, pero no lo sentía en mi corazón, sólo era la esperanza que tenía que él me pudiera ayudar; lo que le pedía muchas veces, era lo que yo quería en ese momento, por muy descabellado que fuera, como tener una familia diferente, que mis hermanos me aceptaran, que yo fuera popular, que mi autoestima fuera mejor y cosas así. Conforme pasa el tiempo, yo voy agudizando mi problemática personal, pues tomo decisiones equivocadas, sin consultarlas a nadie, sólo confiando en mi autosuficiencia y con ello, generando aún más conflictos, sintiéndome cada vez más mal, sintiendo que me cuesta cada vez más esfuerzo controlar todo, pues eso era lo que pensaba.

Cuando decido casarme, elijo a un hombre de carácter muy fuerte y que también presentó, posteriormente, la enfermedad del alcoholismo, curiosamente repito el esquema familiar de donde salí corriendo y tenía terror de volver a vivir. Sin embargo, dentro de mi inconsciencia, no me daba cuenta de todo lo que me pasaba, solo decía que era lo que me había tocado vivir y cargué con eso, porque yo había aprendido que la esposa debía ser sumisa y que el matrimonio era para toda la vida y que había aceptar todo lo que se presentara, con valor. Así lo hice, siempre sintiéndome la mártir, la sufrida, la que aguantaba todo. Los conflictos a los que me enfrentaba cada vez eran más y más difíciles y había momentos en que sentía que me volvía loca, que estaba a punto de perder la razón, inclusive, en una ocasión pasó por mi mente la idea del suicidio, muy vagamente, y fue entonces, que me doy cuenta de lo mal que estoy, pero sigo en mi autosuficiencia y no recurro a nadie.

No fui capaz de acudir a un grupo de familiares para alcohólicos por la enfermedad de mi esposo, que se hacía cada vez más grave, me ganaba el orgullo y el ego, pues yo no podía permitir que se dieran cuenta que todo lo que me esforzaba en demostrar era mentira, me aterrorizaba eso. Pensaba y recurría a Dios ocasionalmente, y no sabía cómo hacerlo, porque además, yo no veía resultados, seguía yo igual o hasta peor.


Cuando se da la drogadicción en mi hijo menor, algo que yo percibí primero que mi esposo, no lo comparto con él por miedo a su reacción, sigo en mi autosuficiencia pensando que hablándole a mi hijo iba a ser suficiente para que se resolviera. Esto se va agravando, a tal grado, que mi esposo se da cuenta de la drogadicción de mi hijo, pues lo hacía ya en casa, esto me concientizó a que lo llevara a un grupo.

Cuando yo llego al grupo de familiares, aprendo que solo un Poder Superior a mí misma, podía devolverme el sano juicio, que soy impotente ante la drogadicción de mis familiares y que estaba tan enferma de mis emociones y, por lo tanto, era incapaz de gobernar mi propia vida. Inicio trabajando mi historial como me sugieren, y me doy cuenta del orgullo, soberbia y ego tan inflado que tenía. Tuve que aprender a ser un poquito humilde para atreverme a hablar de mí, de reconocer mis defectos de carácter, lo cual me asustaba, pues cada vez aparecían más.



Me doy cuenta que ese Dios que yo conocía como castigador era, en realidad, un Dios de amor, bondad y misericordia, pues profundizando en mis experiencias, me doy cuenta que siempre había estado cerca de mí, librándome a mí y a mi familia de tantos peligros. Que me permitió llegar a un grupo, para que yo me diera cuenta de lo alejada que estaba de él y darme cuenta de la enfermedad tan grave que padecía; dándome una oportunidad para cambiar mi vida y dejar de sufrir. Sin embargo, aun estando dentro del grupo, yo continuo con mi autosuficiencia, hasta que me doy cuenta, que debo soltarle las riendas a mi Poder Superior, pues él sabe lo que es bueno para mí y mi familia y me va indicando el camino que debo seguir, aunque para esto, debo trabajar mucho en la tribuna, amadrinarme, dejarme guiar, meditar y hacer oración con mucha humildad, todo ello me cuesta aún hacerlo, pues me ganan mis emociones deformadas. Las cuales me continúan ocasionando muchas dificultades, pero ahora estoy consciente de ello y nuevamente retomo el camino que he aprendido en el grupo.



Aprendí que Dios me da lo que necesito y no lo que yo quiero. Esta parte, la he trabajado mucho y me ha sido de mucha utilidad, pues ahora visualizo dentro de todo lo que me pasa, qué es lo que él quiere que yo aprenda. Combino la meditación personal con la oración que poco a poco empecé a trabajar y me doy cuenta o creo darme cuenta de lo que Dios quiere que identifique y trabaje en mis defectos de carácter. El día de hoy, soy otra persona, ya no tengo tanto miedo, me siento más fortalecida, pues estoy adquiriendo la consciencia que antes no tenía y eso me permite darme cuenta lo que estoy haciendo.

Sé que alejarme de mi programa espiritual va a ocasionar que nuevamente tenga situaciones difíciles en mi vida, sin embargo, ahora, cada día que tengo la oportunidad de vivir, le doy gracias a ese Poder Superior por estar presente en mi vida, y ya en mi corazón. Ahora sé que todo lo que vivo, aunque sea difícil, son experiencias de las que tengo que aprender algo valioso y que Dios me lo está permitiendo y que también, aunque no comprenda a veces lo que me ocurre, estoy consciente que me está alejando de los peligros. Ahora Dios forma parte de mi vida en todo lo que hago, pienso en él todo el tiempo y primero en él cuando planeo o decido hacer algo. Le doy gracias por un día más, por los alimentos que me regala, por las bendiciones que me ha dado a lo largo de mi vida, y que yo en mi soberbia, no había sabido apreciar, e inclusive, le doy gracias por las experiencias de sufrimiento, pues ahora estoy más consciente de mis defectos y lo que requiero corregir. También le pido que no me suelte, que no me desampare, que sea mi guía, que él es el único que me puede devolver el sano juicio que necesito para no seguir cometiendo tantos errores en mi vida y que sigan dañando a otras personas.



María Edith (GFDA)

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